¿Cómo se cuantifica la calidad de un servicio?

Nuestra experiencia a la hora de cuantificar un servicio nos dice que a veces no se tiene en cuenta el valor que tiene “la calidad”. En muchas ocasiones pensamos que el tiempo y el trabajo propio sí que requieren unos honorarios adecuados. Pero a la hora de pedir un presupuesto el trabajo de los demás no nos parece que sea tan válido como el nuestro. Queremos todo “bueno, bonito y barato”, sin profundizar más.

Aspectos que tener en cuenta cuando se cuantifica la calidad de un servicio

Cuando hay que valorar un servicio son muchas las cosas que hay que tener en cuenta. Por ejemplo, tener una respuesta adecuada ante una incidencia, respetar unas condiciones legales de contratación, remunerar a la persona que presta servicio de forma adecuada, etc. Todos estos factores, entre otros, influyen en la valoración y hay que ser conscientes de que todo ello repercutirá en el precio.

La responsabilidad social corporativa no son solo acciones de la empresa de cara al exterior. Se trata de algo transversal que comienza dentro de la organización. Empieza con los propios empleados, ofreciendo salarios justos (por supuesto legales en cuanto a la contratación y la cotización) así como respeto a la diversidad.

En nuestro día a día, a la hora de dar un presupuesto, no se tienen en cuenta ciertos aspectos y el coste que tienen. Queremos el mejor servicio y, si puede ser, regalado, sin darnos cuenta de que hay que cumplir con unos mínimos imprescindibles para el buen funcionamiento del servicio.

La importancia de la ética profesional y empresarial

El deterioro del mercado laboral implica que cuanto menos se valora a las personas, menos valor aportan en el lugar de trabajo, es decir, el servicio no se presta con las garantías adecuadas. Por ello, en Colavoro respetamos unos mínimos indispensables, como cumplir con nuestras obligaciones legales, tanto laborales como fiscales teniendo en cuenta criterios de igualdad y de diversidad social en la empresa.

El esfuerzo debe ser de todos. No podemos tener un doble rasero para exigir una calidad determinada sin tener en cuenta lo que ello implica.  Los valores que toda empresa debería querer para aportar a la sociedad deberían estar basados en la ética profesional y empresarial que queremos para nosotros y para nuestro trabajo. La relación calidad y precio debe ser equilibrada.

La competencia desleal está a la orden del día y hay empresas con prácticas poco éticas como, por ejemplo, dar de alta a trabajadores por menos tiempo del que realmente trabajan, no pagar impuestos, incumplir leyes, etc. Ofrecen servicios cuyo coste no puede competir con empresas que cumplen toda la legalidad y los clientes deben ser conscientes de ello.

Certificaciones (de calidad, de gestión ambiental, RSC, etc.), son distintivos de garantía y seguridad para los clientes que buscan un servicio excelente. La confianza que ofrecen las empresas que cuentan con estas certificaciones son incuestionables, ya que para obtenerlas se deben cumplir unos requisitos muy exigentes.

 

Cuando pedimos un presupuesto, deberíamos tener todo en cuenta y dar el valor que realmente tiene el servicio solicitado. ¿Alguien cree que se puede encontrar un hotel de lujo a precio de una pensión?

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MARIA GOMEZ

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