La palabra “resiliencia” tiene su origen en el término latino “resilio”, que significa volver atrás, volver en un salto, rebotar.

Tomado de la física, se refiere a la capacidad que tienen los materiales de volver a su forma cuando son forzados a deformarse y su significado aplicado a las ciencias sociales sería “la capacidad de los seres humanos para superar períodos de dolor emocional  y situaciones adversas”.

La resiliencia en el ámbito laboral

En el ámbito laboral podremos observar cómo ante determinadas adversidades, cambios o momentos de estrés la respuesta es diferente, según sea cada una de las personas a la que afecten estas situaciones.

Nos encontramos con los llamados resilientes, que reaccionan adaptándose con facilidad a los cambios que les vienen dados, poniendo en marcha herramientas personales para superar las nuevas condiciones, es decir,  afrontan los cambios como retos a superar y oportunidades de crecimiento.

Otras personas, en cambio, carecen de esa capacidad de aguantar la presión y se bloquean generando un nivel de estrés que puede afectarles gravemente.

La resiliencia se da en personas con un determinado perfil. A grandes rasgos, podemos decir que las personas resilientes son personas positivas, con buen humor, que se relacionan con facilidad con los demás, con iniciativa, con capacidad de automotivación, confían en sí mismos y con pensamiento crítico para analizar las causas de la situación adversa o cambio y tomar las decisiones adecuadas.

Las organizaciones también pueden ser resilientes. Deben saber sobreponerse a cualquier contratiempo o cambio. Un equipo resiliente supone una ventaja competitiva para la empresa, tener capacidad de reacción ante una contrariedad y que esta sea positiva es importantísimo y supone ponerse por delante de otras empresas que no tengan esta capacidad.

Para ello, las empresas deben, a través de su organización crear un entorno de implicación de las personas para que éstas afronten nuevos retos y se comprometan con la empresa, por ejemplo, ofreciendo formación y desarrollo profesional.

La resiliencia empieza cuando tenemos en cuenta los riesgos a los que nos exponemos. Vemos, por tanto, la importancia que tiene para todos los miembros del equipo, independientemente del cargo que se tenga dentro de la organización.

Todos sus componentes deben tener las metas claras. De esta manera, se pueden correr riesgos calculados y, en caso de cometer errores, que éstos no tengan consecuencias negativas sobre las personas que han trabajado en equipo en busca del bien general de la compañía.  Dichos riesgos sirven a su vez para afrontarlos en sus primeras fases sin que tomen dimensiones mayores que dificulten su solución.

Visto lo anterior, es evidente que todos nos hemos enfrentado a situaciones adversas y que intentamos salir de ellas de la mejor manera posible, por ello, concluimos que  tenemos que intentar ver la parte positiva  de cualquier contrariedad que se nos presente en la vida, porque todos en algún momento personal o profesional nos vamos a tener que enfrentar a ellas.

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