El techo de cristal: la escalada libre femenina es una metáfora para explicar la imposibilidad de las mujeres de superar cierto nivel profesional, independientemente de sus logros y cualificaciones.
Desde el 15 de febrero contamos como becaria con Sofía Borao (Universidad Rey Juan Carlos de Madrid). Le hemos dado la oportunidad de escribir un artículo muy especial para el día de la mujer trabajadora.
Nos ha encantado, desde aquí queremos felicitar a Sofía por este contenido para el 8M.
“Las mujeres tienen ideas, y para llevarlas a cabo necesitan un sitio en la mesa”. Frances McDormand
Estas palabras fueron pronunciadas el 5 de marzo de 2018 por Frances McDormand, durante su discurso de aceptación del Oscar a Mejor Actriz. Este discurso se ganó la ovación de todos los espectadores, especialmente del público femenino.
El alegato de McDormand resonó en el teatro con la intención de remover las costumbres de una industria que ha maltratado al género femenino. Pero esta crítica no se limita a Hollywood.
Independientemente del ámbito laboral al que nos refiramos, es frecuente encontrar menos sitios para las mujeres en las mesas en las que se toman las decisiones.
El techo de cristal es una metáfora para explicar la imposibilidad de las mujeres de superar cierto nivel en sus profesiones, independientemente de sus logros y cualificaciones.
Es un límite invisible impuesto por la sociedad patriarcal que impide el ascenso de las mujeres solo por el hecho de serlo. La referencia al cristal es debido a la invisibilidad de este fenómeno, ya que no existen leyes que prohíban a las mujeres ascender, pero los datos evidencian una desproporcionada limitación a la progresión laboral de la mujer.
EL TECHO DE CRISTAL: LA ESCALADA LIBRE FEMENINA
Un elemento que facilita la explicación de esta teoría es la regla de la proporcionalidad inversa. Esta regla afirma que, cuanto mayor es el rango de la profesión, la presencia de las mujeres es menor. Esto implica que, en los más altos puestos de dirección, liderazgo y decisión, el género femenino esta infrarrepresentado. A mayor nivel profesional, menos mujeres logran acceder.
Esta barrera de género tiene otros efectos, como la menor consideración de sus ideas o el descarte automático de sus aportaciones.
Hay un debate sobre si este fenómeno tiene una explicación psicológica o sociológica, es decir, si se trata de una cuestión personal o sociocultural. En ocasiones es considerado consecuencia de elementos personales de carácter psicológico. Eso es porque se relaciona con el exceso de autocrítica, falta de confianza, miedo al fracaso o decidir emplear su tiempo en el cuidado de los hijos o personas dependientes. Pero esto se trata de una barrera autoimpuesta, que se ha denominado como techo de cemento. Y no es suficiente para dar justificación a tantos casos como muestran las estadísticas.
Barrera externa impuesta a nivel cultural y sociológico
La realidad es que estamos ante una barrera externa impuesta a nivel cultural y sociológico. Entre los factores que derivan en su consolidación encontramos, los roles de género:
- Éstos sitúan a la mujer dentro de la esfera doméstica, limitando su labor a la reproducción y los cuidados.
- Los estereotipos que relacionan el género femenino con conductas irracionales, pasivas y poco competitivas.
- La percepción de que los hombres son líderes innatos y las mujeres carecen de estas habilidades.
- La idea de que los hombres tienen un compromiso con su vida profesional y una dedicación al trabajo que no se encuentra en las mujeres.
Incluso en los casos de mujeres activas a nivel laboral, estas siguen asumiendo gran parte de la carga de tareas domésticas y de cuidado de los hijos. Esto les obliga a renunciar en muchas ocasiones a la promoción profesional. La cual suele ir de la mano de un mayor número de horas de trabajo y menor flexibilidad de horarios.
No se trata de que ambos géneros estén igualmente representados por una cuestión meramente numérica, que evidentemente es un buen comienzo. Lo que es realmente importante es lograr el equilibrio de género en los roles de liderazgo, en el proceso de toma de decisiones y en la parte estratégica del negocio. Para lograr esto, es imperativo la formulación de una política empresarial que defienda la equidad, proteja la integración y que no desaproveche el talento femenino en puestos ejecutivos por una cuestión de género. Y además, que promueva políticas de conciliación laboral y familiar efectivas para evitar el cuestionamiento del compromiso profesional de la mujer.
Artículo escrito por Sofía Borao
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